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21/01/2025
Fuente: telam
A 75 años de la muerte del escritor británico, repasamos algunos datos pocos conocidos. Por ejemplo: si su nombre era Eric Arthur Blair, ¿por qué eligió un seudónimo?
>No hace falta ser un gran lector. Ya con haber estado en una librería, sobre todo las de usados, sabe quién es George Orwell. Al menos lo escuchó nombrar, o leyó su nombre en el lomo de algún libro. Sin dudas, es uno de los grandes escritores del siglo XX, uno de los clásicos inevitables. Nació en 1903 y murió un día como hoy, hace 75 años. El 21 de enero de 1950, en Londres, Inglaterra, este escritor —novelista, periodista, ensayista, crítico literario— pasó, como suele decirse, a la inmortalidad. Porque su obra lo puso en ese lugar. Escribió muchos libros pero sobresalen dos muy puntuales: Rebelión en la granja y 1984, ambas son novelas distópicas, publicadas en 1945 y 1949 respectivamente.
Pero en su vida hubo mucho más que eso. Fue un gran escritor, sin dudas, pero detrás de toda gran obra hay una gran vida. No ocurre siempre: con Orwell, sin dudas. A continuación, en esta nota, repasamos algunos datos insólitos y extravagantes que pintan, ya no a un narrador, sino a un sujeto narrado, a un personaje. Empecemos.Empecemos por su nombre: George Orwell. Así lo conocemos. Pero nació con este: Eric Arthur Blair. Adoptó el seudónimo en 1933. Lo hizo para no incomodar a sus padres, para no molestar la reputación familiar con su delirio literario y político. A su primer libro, Sin blanca en París y Londres, lo firmó como Orwell.Es un autor británico pero nació en Motihari, ciudad de la India, el 25 de junio de 1903. En ese momento era una colonia: pertenecía al Raj Británico. Su padre era Richard Walmesley Blair, subagente adjunto en el Departamento de Opio del Servicio Civil de la India, supervisando la producción y el almacenamiento para la venta a China.
A los seis lo enviaron a Birmania, el país de su madre, también colonia británica, a una escuela parroquial anglicana. Sus profesores quedaron sorprendidos con su inteligencia y lo recomendaron a una de las mejores escuelas de Inglaterra: la St. Cyprian, que asistió gracias a una beca y fue un trampolín hacia las dos siguientes: Wellington y Eton.
Allí conocería a algunos de sus amigos, reconocidos intelectuales como Cyril Connolly, editor de la revista Horizon, donde publicó varios ensayos. Concluida su educación, se unió a la Policía Imperial India en Birmania. Su abuela vivía en Moulmein, por eso eligió el puesto. Llegó a ser responsable de la seguridad de unas 200.000 personas.En su familia hay una mancha. Se llamaba Charles Blair, era su tatarabuelo. Un hombre rico del campo, un caballero rural, oriundo de Dorset, que se casó con Lady Mary Fane, hija del octavo conde de Westmorland. Blair era propietario de dos plantaciones en Jamaica donde explotaba cientos de esclavos.
Orwell se sumó a la Guerra Civil Española para luchar con los republicanos, el “bando rojo”, como se le decía. Los enemigos: los fascistas. Esa experiencia lo marcó para siempre. En 1946 dijo que “cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo”.Orwell le manifestó la necesidad de ir a España. “¿Por qué?”, le preguntó Miller, “¿qué vas a hacer allí?” “Voy a matar fascistas, alguien debe hacerlo”, respondió. Y así lo hizo. Pero su participación en la Guerra terminó en Huesca cuando una herida en la garganta estuvo a punto de matarlo.
El voluntario estadounidense Harry Milton describió a la prensa, muchos años después, que la actitud temeraria de Orwell, sumado a su 1,88 de alto, lo llevaron a ese final: “Escuché el sonido nítido de un disparo a alta velocidad y Orwell inmediatamente cayó de espaldas”. Milton detuvo el sangrado y le dio primeros auxilios.En 1947 Orwell se instala en la isla de Jura, en Escocia, a escribir. Tiene una novela en mente que había bosquejado en apuntes en 1944. En una carta a su agente literario, F. J. Warburg, fechada el 22 de octubre de 1948, Orwell dudaba entre titularla “El último hombre de Europa” y “1984″. Finalmente elige el segundo, por consejo de su agente.Hay otra hipótesis. La de Peter Davison, uno de sus biógrafos: el resultado de intercambiar la posición de los dos últimos dígitos del año en el que se escribió.
1984 popularizó varios conceptos, como la habitación 101, de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del idioma inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos. Pero también el del omnipresente y vigilante Gran Hermano, hoy famoso por ser el nombre de un reality show.“La situación en Alemania, con sus siete millones de desempleados, era evidentemente favorable para los demagogos. Pero Hitler no podría haber tenido éxito contra sus muchos rivales si no hubiera sido por la atracción de su propia personalidad”, escribió en un artículo publicado el 21 de marzo de 1940 escribió en The New English Weekly.Es un texto que analiza la personalidad de Hitler a partir de la reedición de Mi lucha que, según sus palabras, busca “atenuar la ferocidad del libro y presentarlo de la manera más amable posible”. Ahí dice que esa “atracción” se ”puede sentir incluso en la torpe escritura de Mein Kampf, y que sin duda es abrumadora cuando uno escucha sus discursos”.“Si estuviera matando a un ratón, sabría cómo hacer que pareciera un dragón”, escribe Orwell en un análisis, y concluye: “Ahora que estamos luchando contra él, no debemos subestimar su atractivo emocional”.
Orwell era socialista, pero aún así no adhería acríticamente a la Unión Soviética. En su diario, en una entrada del 3 de julio de 1941, escribió: “No podría haber un mejor ejemplo de la superficialidad moral y emocional de nuestro tiempo, que el hecho de que ahora todos somos más o menos pro Stalin”.Antes de morir —dijimos: el 21 de enero de 1950— pidió ser enterrado, de acuerdo con el rito anglicano, en el cementerio de la iglesia más cercana al lugar donde murió. Tenía apenas 46 años: ruptura de la arteria pulmonar debido a complicaciones de la tuberculosis. Su viuda, Sonia Brownell, le pidió a sus amigos que la ayudaran.
Fuente: telam