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19/04/2025
Fuente: telam
Su narrativa perturbadora brotó de una infancia marcada por el abuso, una sexualidad ambigua y el conflicto entre dos géneros
>En abril de 1989, la Su novela más famosa, Pero solo tras su muerte empezó a emerger el verdadero rostro de la escritora: el de una mujer dividida entre su rol público como madre y esposa de un militar británico, y su identidad secreta, marcada por un conflicto de género, amores ocultos y una infancia traumática.
“He crecido con la mentalidad y el corazón de un chico”, escribió en una carta dirigida a Ellen Doubleday, la esposa de su editor en Estados Unidos. No firmaba como Daphne, sino como Eric Avon, el nombre masculino que le había dado a su yo interior.
Lejos de las etiquetas con que se la quiso clasificar —romántica, sentimental, “literatura femenina”—, Du Maurier escribió sobre el incesto, la muerte, los celos y la identidad sexual, sin temor a los grises morales ni a las zonas oscuras del alma.
En sus obras, los personajes no buscan la verdad: huyen de ella o, cuando la encuentran, los desgarra. Lo inquietante no es el fantasma que se aparece, sino la certeza de que ya convivía con nosotros. La herencia literaria de Du Maurier tiene mucho de la tradición gótica victoriana, pero su mirada es moderna y afilada: lo siniestro no se esconde en castillos remotos, sino en lo doméstico, en lo familiar, en lo íntimo.Du Maurier nació en 1907 en Londres, en el seno de una familia de artistas: su abuelo fue el novelista y caricaturista George du Maurier, su padre, Gerald du Maurier, un actor célebre del teatro británico, y su madre también era actriz. Desde pequeña fue educada en casa por tutores, rodeada de amigos de sus padres, escritores, actores, figuras del arte y la literatura.Testimonios recogidos por biógrafos y amigos de la escritora, como Michael Thornton y el tenista Bunny Austin, reforzaron la idea de un abuso emocional —y tal vez físico— ejercido por Gerald. La sospecha de incesto, aunque jamás confirmada, pesa sobre la lectura de sus novelas.
Daphne adoptó esa identidad masculina en privado, creó el personaje de Eric Avon, y creció deseando ser hombre. Esa dualidad —ser hija y a la vez “hijo”— la acompañaría toda su vida, no solo en sus relaciones afectivas, sino también en su narrativa, que parece escrita desde una voz que flota entre géneros y roles sociales.
Durante décadas, Daphne du Maurier llevó una vida compartimentada. En público, era la señora Browning: esposa del militar Sir Frederick Arthur Montague Browning, madre de tres hijos, dueña de una casa en la campiña inglesa. En privado, se definía como una persona dividida en dos: “La cara al mundo era la de una correcta madre y esposa, mientras que en la intimidad afloraba su rol de amante con una fuerte energía masculina”, según describió la biógrafa Margaret Forster, a quien la familia le confió su correspondencia personal.En su juventud, se enamoró de la directora de su internado en Francia y ya adulta vivió una intensa relación no correspondida con Ellen Doubleday. Otra relación importante, esta vez sí consumada, fue con la actriz Gertrude Lawrence, según quedó registrado en una carta: “Con Gertie significó mucho”, escribió. Esta relación inspiró su obra teatral September Tide.
Du Maurier se casó en 1932 con Browning, con quien compartió una relación distante. Él, oficial británico con un destacado papel durante la Segunda Guerra Mundial, fue descrito por ella como un hombre traumado, melancólico y cada vez más frágil.La muerte de su marido, en 1965, la sumió en una etapa de introspección y angustia. Se vistió con sus ropas, usó sus objetos personales, y convirtió su casa en un santuario para preservar su memoria. Pese a la distancia emocional que los separaba, su fallecimiento la impactó profundamente.
Inspirada en su figura escribió A Bridge Too Far, obra llevada luego al cine en una versión que la escritora detestó por considerar que denigraba la imagen de su esposo. Según El Mundo, Du Maurier escribió cartas a los diarios británicos expresando su indignación por ese retrato.Du Maurier publicó su primera novela, Espíritu de amor, a los 24 años, pero fue con Rebecca (1938) que alcanzó la fama internacional.Para Du Maurier, la escritura era una forma de liberación personal. En Rebeca, el conflicto ocurre dentro de la mente de una joven sin nombre, atormentada por los celos hacia la esposa muerta de su marido, una figura poderosa y sexualizada.
Alfred Hitchcock, amigo de su padre Gerald, adaptó tres obras de Du Maurier: La posada de Jamaica (1939), Rebecca (1940) y Los pájaros (1963).
En la famosa entrevista de Hitchcock con François Truffaut, el cineasta habló largamente de Gerald du Maurier, pero casi nada sobre Daphne. La escritora, por su parte, consideraba que su narrativa estaba construida para ser leída, no para el ritmo del cine.
Fuente: telam