Martes 1 de Julio de 2025

21/01/2025

Estos son los seis personajes principales de La Ilíada y hablan de nosotros

Fuente: telam

La furia, el poder, el deber, la inteligencia y el deseo son algunas emociones que están en primer plano en la gran obra clásica atribuida a Homero.

>La Ilíada, ese gran clásico de la literatura atribuido a Homero, no solo es una narración de la guerra de Troya, sino un estudio profundo de la condición humana. Los protagonistas, impulsados por la ira, el honor y la lealtad, reflejan conflictos que aún persisten en el siglo XXI. Los dilemas morales y las tensiones entre egoísmo y sacrificio continúan resonando en nuestra cultura actual.

“Es un libro que cuenta las contradicciones de los héroes, no presenta héroes perfectos”, dijo el crítico Santiago Llach en una recomendación para la librería online Bajalibros.

Aquí, un análisis de los personajes principales y qué nos dicen de nuestro presente:

Aquiles, el más poderoso de los guerreros aqueos, personifica la furia desatada. Su cólera contra Agamenón por haberle arrebatado a Briseida es el motor de la narrativa. El honor mancillado lo consume, llevando su rabia al extremo. La frustración de Aquiles ante la injusticia encuentra eco en los conflictos sociales actuales, donde la lucha por el reconocimiento y la dignidad sigue siendo central.

“Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves”, dice el texto. La cólera del hijo de Peleo.

Aquiles es el personaje central del poema, y su cólera es el punto de partida de la historia. Su retirada del combate a causa de su disputa con Agamenón debilita al ejército aqueo, mientras que su regreso, motivado por la muerte de Patroclo, precipita la caída de Troya. Es el héroe trágico por excelencia, atrapado entre su destino de gloria y su deseo de una vida larga.

El príncipe troyano Héctor simboliza la responsabilidad y el sacrificio. Su lucha no es solo por Troya, sino por su familia y su legado. En tiempos modernos, Héctor podría representar a los líderes que priorizan el bien colectivo sobre sus ambiciones individuales, enfrentándose a dilemas entre la vida profesional y personal.

“¡Miserable Paris, el de más hermosa figura, mujeriego, seductor! Ojalá no te contaras en el número de los nacidos o hubieses muerto célibe. Yo así lo quisiera y te valdría más que ser la vergüenza y el oprobio de los tuyos”, grita, furioso porque el príncipe troyano ha raptado o seducido a Helena, la esposa del rey de Esparta, y desencadenado así la guerra.

Héctor es el contraste perfecto de Aquiles. Representa el deber y la responsabilidad, luchando no solo por su honor, sino por su familia y su ciudad. Su importancia en la historia radica en su humanidad, pues mientras Aquiles simboliza la furia descontrolada, Héctor es la encarnación del guerrero consciente de su deber.

En el clásico, se cuenta así: “Como el Véspero, que es el lucero más hermoso de cuantos hay en el cielo, se presenta rodeado de estrellas en la oscuridad de la noche, de tal modo brillaba la pica de larga punta que en su diestra blandía Aquiles, mientras pensaba en causar daño al divino Héctor y miraba cuál parte del hermoso cuerpo del héroe ofrecería menos resistencia. Éste lo tenía protegido por la excelente armadura de bronce que quitó a Patroclo después de matarlo, y sólo quedaba descubierto el lugar en que las clavículas separan el cuello de los hombros, la garganta que es el sitio por donde más pronto sale el alma: por allí el divino Aquiles envasóle la pica a Héctor, que ya lo atacaba, y la punta, atravesando el delicado cuello, asomó por la nuca. Pero no le cortó el garguero con la pica de fresno que el bronce hacía ponderosa, para que pudiera hablar algo y responderle. Héctor cayó en el polvo (...)

Helena de Troya es una figura clave en La Ilíada, pues su belleza y su fuga con Paris desencadenan toda la guerra. Representa el deseo y la política, pero también el papel de la mujer como objeto de disputa entre los hombres. Su figura sigue vigente en la actualidad como símbolo de las decisiones personales que pueden tener repercusiones globales. Ella es consciente de esa carga:

Helena es el catalizador del conflicto, y su presencia resalta cómo las decisiones personales pueden convertirse en asuntos de estado. Su papel también invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres en los conflictos históricos y contemporáneos.

Como comandante de los aqueos, Agamenón encarna la autoridad y la arrogancia. Su disputa con Aquiles ilustra cómo el liderazgo sin empatía puede derivar en conflictos internos. En el mundo actual, las figuras de autoridad enfrentan desafíos similares en la gestión de egos y en la toma de decisiones impopulares.

Agamenón es el comandante en jefe de los aqueos, pero su orgullo y su afán de dominio provocan divisiones internas. Su disputa con Aquiles desencadena la tragedia central del relato y muestra cómo el liderazgo mal ejercido puede debilitar hasta el ejército más poderoso.

Ulises, conocido por su inteligencia, es el estratega por excelencia. Su capacidad de adaptación lo convierte en una figura atemporal, reflejada en líderes modernos que navegan entre crisis con ingenio y diplomacia. La habilidad de Ulises para manipular palabras y situaciones resuena en la era de la política y las negociaciones globales.

Ulises aporta un enfoque distinto al conflicto: la inteligencia estratégica. Mientras otros personajes se dejan llevar por la emoción o el deber, Ulises utiliza la astucia para resolver problemas y evitar el derramamiento innecesario de sangre.

Patroclo representa la amistad y la devoción, aunque en algunas interpretaciones también se habla de una relación amorosa con Aquiles.. Su muerte, a manos de Héctor, impulsa la venganza de Aquiles, mostrando cómo la pérdida de un ser querido puede desencadenar consecuencias devastadoras. Hoy en día, la lealtad y las relaciones personales siguen siendo un motor de decisiones importantes, tanto en lo personal como en lo profesional.

Cuando Patroclo muere, Aquiles reacciona con desesperación: “(...) negra nube de pesar envolvió a Aquiles. El héroe cogió ceniza con ambas manos, derramóla sobre su cabeza, afeó el gracioso rostro y la negra ceniza manchó la divina túnica; después se tendió en el polvo, ocupando un gran espacio, y con las manos se arrancaba los cabellos”.

Fuente: telam

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