21°C
Parcialmente nublado
17/10/2024
Fuente: telam
En octubre de 1984 se firmó el Tratado de Paz que ponía fin a la disputa limítrofe entre los dos países gracias a la intervención del papa Juan Pablo II iniciada en 1978. Las negociaciones iniciadas por las dos dictaduras que finalizaron durante el gobierno de Raúl Alfonsín
>El conflicto del Canal de Beagle encendió las alarmas internacionales en los últimos años de la década del ‘70. Dos países hermanos, unidos incluso entonces por una línea de gobierno afín (dictaduras feroces), llegaron a una disputa territorial y llevaron a la región al borde de una guerra. Ante semejante situación el mensaje del entonces papa Juan Pablo II no tardó en llegar a Buenos Aires, y esa misión diplomática encabezada por el Pontífice dio que hablar a propios y ajenos.
“El cardenal Samoré aterrizó en Buenos Aires el 26 de diciembre de 1978 y viajó en las siguientes semanas entre Argentina y Chile con el único fin de obtener información y entender las posiciones de ambas partes” explica el magíster e investigador chileno Fabián Bustamante Olguín, en su artículo “Un enfoque idealista de las relaciones internacionales en el conflicto del Beagle” publicado por la Universidad de Chile en 2010. Y concluye relatando un hecho que registra la historia contemporánea moderna: “Ambos cancilleres, Carlos Pastor por Argentina y Hernán Cubillos por Chile, firman junto al cardenal el Acta de Montevideo, el 8 de enero de 1979″. Así, ambos países ponen una tregua en el conflicto y aceptan que el Vaticano oficie de mediador y encuentre una solución diplomática.
Sin lugar a dudas el caso del Tratado de Paz entre Argentina y Chile por el conflicto del Canal de Beagle es un ejemplo de la eficacia diplomática del Vaticano. Además, es un elemento en la historia de la Iglesia que no pasa en absoluto inadvertido. Sin ir más lejos, el arzobispo Paul Richard Gallagher, actual Secretario para la Relación con los Estados de la Santa Sede, en una intervención realizada el pasado 20 de abril, llamada “La mediación como instrumento de comunicación para una paz justa”, utilizó como referencia ante los diplomáticos presentes el caso sudamericano. “Gracias a la intervención de la Santa Sede, en 1984 bajo el pontificado de Juan Pablo II, Argentina y Chile firmaron un tratado de paz y amistad. Un ejemplo a seguir e imitar, porque dos países renunciaron al uso de la fuerza y se comprometieron a respetar el derecho internacional y a promover la cooperación bilateral”, había dicho Gallagher.
En enero de 1981, el dictador Augusto Pinochet declaró públicamente que, aunque no estaba completamente de acuerdo, Chile aceptaría la propuesta papal. No hubo tal declaración por la dictadura argentina que intentó procrastinar todo lo posible una respuesta que luego fue negativa y solicitaba su revisión. En el año 1982, la historia volvió a dar un giro y la Guerra de Malvinas, priorizó la agenda de los militares argentinos y puso en pausa las negociaciones por el Tratado con Chile.
Fue recién con la vuelta de la democracia que el presidente Raúl Alfonsín retomó la agenda diplomática y le dio prioridad al conflicto del Beagle. El entonces canciller Dante Caputo conformó una delegación a cargo del embajador Marcelo Delpech y con su contraparte chilena, a cargo del diplomático Ernesto Videla, llevaron adelante el texto preparatorio que fue firmado el 18 de octubre de 1984 ante el Secretario de Estado Vaticano, Agostino Casaroli, y que dio lugar a la posterior firma del Tratado de Paz que ponía un punto final a una tensión geopolítica que mantuvo atenta a gran parte del tablero internacional.El 29 de noviembre se cumplirán 40 años de la firma oficial del Tratado de Paz por parte de los cancilleres de ambas naciones. En la agenda de la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, dicen, se encuentra señalado un evento a la altura de las circunstancias. Probablemente, como hace ya cuatro décadas, las puertas de Santa Ana se abran para dar paso a las delegaciones de los dos países hermanos, pero ahora, para reunirse ante Francisco.
Fuente: telam