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01/10/2024
Fuente: telam
El notable pianista panameño, uno de los músicos de jazz más relevantes del mundo, se presenta este martes y miércoles en cuatro shows “solopiano”. “Como dijo Wayne Shorter, no se puede ensayar lo desconocido. Es un compromiso dejar que la música fluya”, dice
>Danilo Pérez es un campeón mundial, como su compatriota Roberto Durán. Los dos tienen el poder en sus manos, al fin y al cabo. De eso se habla, entre sonrisas, apenas baja de un auto en pleno barrio de Palermo, un mediodía de primavera, dispuesto a dialogar con Infobae Cultura en la previa de sus Todo lo que transmite este hombre de 59 años, natural de Panamá City, residente y docente en la prestigiosa escuela de Berklee, en Boston, es cordialidad, simpleza y compromiso por la música y el poder transformador de los acordes y melodías que extrae de las teclas como pocos en el mundo. “Si tienes talento para tocar música, tienes que comprometerte con tu comunidad. Estar comprometido y no dejarte llevar hacia la caverna propia, eso que el capitalismo creó”, reflexiona en un momento de una larga charla en la que se habló de Bolívar y San Martín, de las historias con Dizzy y Wayne (”mi segundo padre”, confiesa), de su familia surcada por la música, de su compatriota y amigo Rubén Blades, del canal de Panamá y la huella cultural que atraviesa su pueblo la obra faraónica y más que nada, la compleja relación con Estados Unidos por su propiedad. Tantas cosas que no caben en un texto periodístico encuadrado en el rubro “entrevista con renombrado músico que viene a presentarse en Buenos Aires”.
—Empecemos hablando de Dizzy Gillespie, uno de los grandes-grandes de la historia del jazz. Tu tocaste con él, lo trataste... ¿Cómo era?Era una persona muy sabia, muy sabia. Te confundía porque muchas veces hacía cosas de niño, travesuras como si fuera un niño. Y de repente, te sorprendía. Por ejemplo, una de las cosas que yo aprendí con él fue que la música es una de las mejores herramientas de diplomacia cultural, si no la mejor. Él decía: “La música es lo que va a mantenernos conectados como seres humanos”. La experiencia que se vive es única, decía. Es una plataforma para hacer todas las relaciones productivas.
—Tiempo después, tocaste con Wayne Shorter, otra leyenda. ¿Cómo te relacionaste con él? ¿Qué aprendiste en esos años?
—Llegué a Wayne por una recomendación de Terri Lyne Carrington, que es como una hermana para mí, una gran baterista que estuvo muchos años con él. Yo había grabado un proyecto que se llamaba Madre Tierra… Fue la primera vez que tocamos juntos. En el 2000 yo hago la audición en el disco. Ahí pasaron muchas historias increíbles. Yo siempre cuento esta anécdota porque fue mi primer encuentro musical con él y él dice: “Danilo, tienes que echarle agua a esos acordes”. Y yo decía ¿what? Yo toco el piano desde los 3 años, estudié en conservatorios… Nunca había visto un capítulo de “agua”. Llamé a un amigo mío: “¿Tú conoces algo de agua?” Estaba confundido y dándome cuenta que en esos niveles significaba “No la pillaste”. Entonces fui al cuarto del hotel y mirando un comercial de televisión, sale un una persona bañándose con jabón, acompañada de sonidos de peces Ahí lo entendí: quintas, intervalo, agua… En la audición del día siguiente, toqué estos acordes de “agua” y Shorter dijo: “Yeah! Ahora ese es un acorde de ‘agua’”. Luego hubo una pausa y dijo: “Pero el agua tiene que estar muy limpia, super limpia”. Lo hice también. Y bueno, ahí empezó el viaje. Increíble.—Si, lo conocí. Una vez vi cómo se le acercó a Dizzy y le dio un besito en la mano. Bajó la cabeza, lo cual era todo un mensaje.
Una de las cosas que Wayne compartió mucho con nosotros fue esa filosofía de hacer música, sobre todo la espontaneidad de las cosas, el momento, siempre estar creando. Wayne decía cosas como “hay que tocar como si estuvieras practicando, siempre en contacto con lo experimental”. Buscando, escuchando. Una de las cosas que te puedo decir de aquellas experiencias es… El primer día en la prueba de sonido, le dije: “Maestro, cuál es el repertorio que vamos a tocar?” Y me mira y me dice: “Danilo, no se puede ensayar lo desconocido”.Es importante ponerle el contexto budista de Wayne. Es importante porque él tocaba la música con su filosofía, él practicaba la creatividad diariamente en todo lo que hacía. Es un compromiso, dejar que fluya, no? Porque cuando uno nace, por lo menos y es chico, es muy creativo. Y lo creativo tiene mucho que ver con la aventura, el juego. Él siempre nos estimulaba, diciendo “Toquemos como esos niños que están jugando y alguien le pregunta ¿qué están haciendo? Y los niños responden: “¡No sabemos!”—Bueno, a primera vista te pueden decir “tú eres un privilegiado, Danilo”. Has tocado con estas personas. Pero en realidad lo tuviste como maestros de vida.
—Leí una entrevista donde te preguntaban si eras compositor o improvisador. Tú tenías una definición singular para dar la respuesta.
—Si, yo lo llamo comprovisador. Porque en realidad estoy tratando de crear cosas espontáneamente. Es una mezcla de temas que yo sé, pero que siempre buscarle reimaginarlos frente de la gente. Estoy dando vueltas con qué tema empiezo, la energía del lugar, el piano… Siempre lo estoy buscando como una experiencia. Todo es una conversación. Quiero sentir la energía, que sea un momento mágico.[Fotos: Diego Barbatto]
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